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Hécate (en griego antiguo, Ἑκάτη, Hekátē; en latín: Hĕcătē) es una titánide en la antigua religión griega y en la mitología. La mayoría de las veces se muestra sosteniendo un par de antorchas o una llave[1] y en periodos posteriores se representa en forma triple. Fue asociada de diversas maneras con encrucijadas, caminos de entrada, luz, magia, brujería, conocimiento de hierbas y plantas venenosas, fantasmas, necromancia y hechicería.[2][3] Aparece en el himno homérico a Deméter y en la Teogonía de Hesíodo, donde es promovida como una gran diosa.
Hécate fue una de las principales diosas menores adoradas en los hogares atenienses como diosa protectora y que otorgaba prosperidad y bendiciones diarias a la familia.[4] En los escritos poscristianos de los Oráculos caldeos (siglos II-III) le fueron considerados algunos dominios sobre la tierra, el mar y el cielo, así como un papel más universal como salvadora (Sotira, σώτειρα), madre de los ángeles y lo cósmico Mundo Alma.[5][6] En cuanto a la naturaleza de su culto, se ha comentado que "esta diosa se siente más cómoda en los márgenes que en el centro del politeísmo griego. Intrínsecamente ambivalente y polimórfica, se encuentra entre los límites convencionales y elude la definición."[7]
Las inscripciones más antiguas se han encontrado en el Mileto arcaico tardío, cerca de Caria, donde Hécate es una protectora de las entradas.[8] En el culto de los molpoi (cantantes sagrados; griego antiguo: οἱ μολποί) milesios, se colocaba frente a una estatua de Hécate una piedra engalanada y bañada en libaciones.[9]